martes, 11 de julio de 2017

entre recuerdos y eufemismos


Recuerdo a aquel listillo que nos dijo en esa charla ¿sobre sexo? en el primer año de la secundaria, que era incorrecto llamar al sexo relación sexual, ya que todas nuestras relaciones lo eran porque éramos individuos portadores de un sexo; de forma que si había una relación entre nosotros, de cualquier tipo, se trataba de una relación sexual. Para este hombre, cualquier interacción con otro humano lo era.

Según este señor, lo correcto era nombrar al sexo: “relación sexual coital” (pienso que debía saber que en esos años hormonales tan sólo le decíamos coger). Era el coito lo que la diferenciaba de las otras relaciones.

En esos días, como ante casi cualquier individuo que nos contaba algo novedoso, movíamos la cabeza reafirmando lo que oíamos, maravillados ante esta nueva perspectiva que se nos había descubierto: oooooohhhhhh, resonaba en mi cabeza. Ahora me parece que este tipo sólo hablaba de teorías y no de experiencias vividas.

También ahora viene a mi mente Sheldon Cooper nombrando al sexo simplemente coito. Y su increíble (en estos tiempos) habilidad de nombrar a las cosas por su nombre para molestia y sorpresa de la gente que lo rodea. Es que estamos tan acostumbrados a los eufemismos, que cuando alguien llama a las cosas por su nombre algunos se ofenden más que con un insulto, o se espantan, sonrojan y te miran como si fueras un loco (pero de los locos de a deveras).

A los insultos ya nos acostumbramos bastante. Llamar a las cosas por su nombre nos continúa dando un escozor difícil de quitar.


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